La práctica

El Arte de Mahikari

El objetivo de la práctica del Arte de Mahikari es purificar y revitalizar nuestra alma, nuestra mente y nuestro cuerpo físico. A través de esta práctica espiritual, las personas pueden acumular experiencias que les ayuden a crecer espiritualmente.

El Arte de Mahikari, en general, se practica entre dos personas: una que recibe la Luz de Dios y otra que la transmite. Se transmite la Luz por la palma de la mano manteniéndola a cierta distancia del cuerpo.

Gracias a esta práctica de transmitir y recibir la Luz, podemos vivir la experiencia de la existencia real de Dios. También podemos tomar conciencia de la gran influencia del mundo invisible sobre el mundo físico.

Gracias a la práctica del Arte de Mahikari y a los esfuerzos que hacemos por cultivar una actitud interior en armonía con los principios divinos, los seres humanos podemos revitalizar nuestra naturaleza espiritual. Como consecuencia, nos resulta más fácil manifestar de forma natural nuestro amor altruista a los demás y a toda la Creación, y trabajar por la realización de una civilización armoniosa en la Tierra.

Aunque todo el que lo desee puede recibir la Luz de Dios, en el caso de los menores de edad se requiere la autorización escrita de sus padres o tutores.

Las enseñanzas, un medio de evolucionar espiritualmente

Las enseñanzas de Sukyo Mahikari tratan de principios universales, más que de reglas, y corresponde a los miembros determinar cómo ponerlas en práctica. Uno de los objetivos de las enseñanzas de Sukyo Mahikari es ayudar a los seres humanos a tomar más conciencia de la profundidad de los principios divinos que rigen toda la Creación.

Una enseñanza clave de Sukyo Mahikari dice: “El origen del universo es único; el origen de todos los seres humanos es único; el origen de todas las religiones es único”. Todos los seres humanos somos hermanos y, por eso, estamos llamados a cooperar y a convivir en armonía.

Basándonos en las enseñanzas, se nos anima a ayudar a los demás con amor y respeto, sin juicio, culpa o resentimiento. Gracias a la comprensión de los principios del universo, los seres humanos podemos asumir mejor nuestras responsabilidades para con la familia y la sociedad.

Las enseñanzas no van dirigidas al intelecto, sino que son herramientas que nos ayudan en nuestro desarrollo y evolución espirituales. Como tales, necesitan esfuerzos constantes y una práctica regular. Poniendo las enseñanzas en práctica en nuestra vida cotidiana, podemos profundizar en su comprensión espiritual y encontrar un sentido más elevado a nuestra vida.